Si recordamos la historia de Rut sabremos que vivió en una de las épocas más difíciles del pueblo de Israel. La época en donde Israel era gobernada por los Jueces. Y cuando me refiero a que era una época difícil me refiero a una época en donde el pueblo de Israel estaba en constantes cambios. Como sabemos el pueblo de Israel hacía el bien ante los ojos de Dios y al paso del tiempo, se revelaban y pecaban contra el Señor.
Los jueces tenían la función de solventar los problemas que sucedían. Y en ese tiempo sus problemas no eran la privatización del petróleo o la Reforma Hacendaría, sino en la invasión constante de los pueblos enemigos. Vivían con miedo de ser invadidos todo el tiempo. Vivían con temor de ser conquistados y masacrados por pueblos que lo único que les importaba era matar y destrozar al enemigo.
Durante este periodo hubo jueces muy importantes y distinguidos. Recordemos a Gedeon o Abimelec, grandes hombres que obedecieron a Dios y defendieron a su pueblo con el arma más letal... la fe. Pero hoy, les voy a hablar de una mujer determinada y colérica. Una mujer que rompió paradigmas y prejuicios convirtiéndose en el cuarto juez y uno de los más reconocidos. Si no has adivinado aun... en efecto es Débora.
"Gobernaba en aquel tiempo una mujer, Débora" Jueces 4:4
Débora fue una poetisa y profetiza elegida por Dios para regir su nación. En el libro de los Jueces del Antiguo Testamento se menciona que a esta excéntrica y fuerte mujer le gusta dar sus sentencias bajo una palmera de Efraín. Me cuesta trabajo imaginar que en tiempos tan salvajes y claramente masculinos, el pueblo era juzgado ¡bajo una palmera...por una mujer! Definitivamente esto salta de la norma, incluso en tiempos actuales. No imagino a ningún juez serio dictando sentencia a los peores criminales en la comodidad de la sombra de una palmera. Definitivamente Dios tiene muy buen sentido del humor y elige a las personas que a los ojos del mundo parecen las menos indicadas para ser glorificado.
Como mencionaba anteriormente, el pueblo de Israel era un poco necio en cuanto a la obediencia. Nuevamente estaban pecando en contra de Dios y el ejercito de Jadín gobernado por Sísara asechaban ferozmente. Débora al saber esto manda llamar a Barac, un caudillo.
Y ella envió llamar a Barac. "No te ha mandado Jehová Dios de Israel diciendo...Vé, junta a tu gente en el monte de Tabor, y toma contigo diez mil hombres de la tribu de Neftalí y de la tribu de Zabulón y yo atraeré a ti al arroyo de Cisón a Sísara, capitán del ejército de Jabín, con sus carros y su ejército, y lo entregaré en tus manos."
Barac le respondió: "Si tu fueres conmigo yo iré pero si no fueres conmigo no iré."
Ella dijo: "Iré contigo, más no será tuya la gloria de la jornada que emprendes, porque en mano de mujer venderá Jehová a Sísara." Jueces 4:6-9
¿Podemos por un minuto tratar de imaginar esta conversación? Una mujer gobernante manda llamar al líder de su ejército. Ella le pide que junte a su gente y arme un ejército en donde Débora (recordemos que era profetiza) les aclara que Dios les iba a entregar al enemigo. Yo me imagino que Barac no ha de haber sido cualquier hombre. Sin duda me lo imagino fuerte y masculino. En mi mente su respuesta sería "Claro estoy listo para la batalla" y después de eso se golpearía el pecho salvajemente y saldría montando un semental. Tal vez tengo demasiada imaginación y mucha expectativa en este líder del ejército porque su respuesta fue completamente contraria. Barac le pide a Débora (¡una mujer!) que vaya con al a la guerra o de lo contrario él no iría.
Si llegara conmigo el líder del ejército mexicano a decirme que tengo que ir a la batalla o de lo contrario no iría nadie honestamente, me moriría de miedo. En cambio Débora simplemente le contesta "Claro, iré contigo. Sólo recuerdo que tu no vas a tener ningún reconocimiento de nada. Yo voy a ser a la que recuerden como la que ganó la batalla". ¡Que mujer tan valiente y audaz!
Si seguimos leyendo la historia de Débora sabremos que, en efecto, Dios les concedió la victoria. Incluso se le llega a aludir a Débora como la "madre de Israel" ya que tras su victoria hubo paz en Israel durante cuarenta años.
Las aldeas quedaron abandonadas en Israel, habían decaído, hasta que yo Débora me levanté, Me levanté como madre de Isarel. Jueces 5:7
Débora es un claro ejemplo de una determinada colérica. Con liderazgo y autoridad puso su mirada en la meta y no dejo que nada se pusiera en su camino. Fue tal su valentía que venció al ejército contrario. Fue tal su autoridad que se hizo lo que ella decía. No dejó que nada ni nadie le dijera que ella no podía.
Pongamos nuestra mirada en el Señor. Sepamos que nuestra meta está en el cielo y que a pesar de ser una batalla larga y; a veces, difícil, Dios no nos dejará. No dejemos que nadie nos haga sentir menos. Crezcamos en valor, confiemos en nosotras mismas. Amemonos y emprendamos la batalla como unas guerreras.
"Nadie te puede hacer sentir inferior sin tu consentimiento"
Eleanor Roosvelt
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